• Rubén Núñez
  • Sociedad
  • 1991

Con un grupo de WhatsApp se empezó a fraguar esta reunión familiar con integrantes de Barcelona, Valencia, Alicante, Murcia, Málaga, entre otras ciudades.

Cuando llega el verano, es habitual vivir reuniones familiares. Pero la nuestra ha sido especial. Y no porque sea la nuestra, sino porque somos muchos. Hace ya unos meses que empezó a coordinarse la Primera «Quedada» de la familia Díaz, una «gesta» que prometía hacerse inolvidable para sus participantes. No era para menos: las familias, hace tiempo, eran numerosas; la nuestra estaba compuesta por diez hermanos y hermanas, que tuvieron, cada uno, sus respectivos hijos -entre dos y cinco- y que, hoy día, tienen cada uno sus parejas y, en muchos casos, hijos. Como en tantas otras familias, poco a poco tuvieron que emigrar en busca de una vida mejor, y se fueron a distintos puntos: Barcelona, Valencia, Alicante, Murcia, Málaga,… y algunos permanecieron en Loja también, que no todos se marcharon. No pudimos ser todos pero, aun así, de los 37 primos hermanos directos, estuvimos en esta primera quedada un total de 19, cada uno con su familia.

“Hace algo más de un año se creó en WhatsApp el grupo de los Díaz, con mucha ilusión, y se empezó a forjar la idea de reunirnos todos un día” –decía Óscar, que venía con su pareja desde Badalona (Barcelona)-. “Al final se decidió que sería el mes de agosto y en Loja. Llevaba un año de los nervios, pensando quién iría y quién no. Sensaciones, risas, música, barbacoa, paella, pizzas, piscina,… ha sido inolvidable”.

Y así, poco a poco, se fue fraguando la quedada de «Los Díaz», con distintos planes: entre unos y otros se decidió que se compraría para la comida y la bebida -tan importantes, sin duda, para el buen desarrollo de la quedada-, el alojamiento, las actividades, una ruta de senderismo por Los Infiernos que terminó en la Estación de Loja, en la fuente de Don Pedro, y una excursión al nacimiento de Riofrío, con visita al Mesón de Arroyo, barrio de origen de la familia, y al lavadero de la Alfaguara y la fuente de los 25 caños, además del pertinente paso por el Mirador de Isabel de Castilla, han sido algunas de las actividades realizadas durante la estancia…. en definitiva, que nada quedara al azar, y que todos pudieran disfrutar de su estancia y visitar –unos de nuevo, otros por primera vez- puntos emblemáticos de Loja o para la historia familiar.

Varios establecimientos

Al ser tantas personas, se hacía difícil ir a cualquier local para tomar algo, por lo que las salidas se minimizaron. Aun así, casi todos visitamos el Restaurante Flati, ya que Antonio y Esteban son también parte de la familia, y que tuvieron un trato excelente con nosotros. La churrería de la Glorieta de Los Ángeles, y el bar La Glorieta nos sirvieron el desayuno del sábado. Sin quedarnos en el local, una noche se encargó de servir la cena a la familia Paco Cantano, de Atracón Express que, como siempre, tuvo también atenciones con nosotros, algo muy habitual en él. Y el domingo 14 todos fuimos al Barrio Alto a disfrutar de las fiestas de San Roque, donde “tomamos” la terraza de La Cueva, casi literalmente.

“Por múltiples razones, algunas injustas hasta la desesperación, otras más mundanas, pero en todos los casos, en algún momento se han notado los huecos de aquellos que no han podido estar” –decía Jorge, que venía con toda la familia desde Topares (Almería)-. “Ha sido un encuentro muy sentimental: recorrer y reconocer lugares de la infancia, ser consciente de las calles, las fuentes, el bar del abuelo, su antiguo taller, los camiones cargados de remolachas, el Seat 1.500, las perdices, las alacenas de la abuela y la sintonía de ‘Cannon’ en la lejanía. Han sido momentos muy emotivos”.

José Luis, que  ha venido con su esposa, Andrea, desde Lliçà d’Amunt (Barcelona), señala que es “muy emotivo ver la casa donde vivieron mis abuelos, y el sitio donde tenían el bar. La ruta por Los Infiernos fue bonita, hay cosas que se desconocen de Loja y que están muy bien. Volver a ver el lavadero y los caños, recuerdos de la infancia lejana, aunque ya no sean como los recordaba: antes tenían más encanto. Lo mejor fue compartir con los primos y tías, y sentir que formamos parte de algo grande: la familia Díaz, y que hay un montón de cariño, generosidad y hospitalidad dentro de esta familia”.

“Ha sido la primera de muchas que vendrán, de eso estoy segura. Aunque sea difícil que coincidamos todos a la vez, unos unas veces y otros otras seguiremos quedando… esto ya no hay quien lo pare. Si he de destacar algo, es la ilusión que me hizo conocer a algunos de mis primos que aún no conocía” – decía Susana, que venía con su hija Zoe desde Archena (Murcia)

Rosa, de Badalona, que venía con su hijo Carlos, señalaba que “venimos de muchos lugares de España, muy distintos, a encontrarnos en el entrañable pueblo de nuestros padres, con primos que hace años que no vemos, y otros que no conocíamos, y ha sido genial… como si nos viéramos todos los días: risas, recuerdos, y nuestros niños, que muchos no sabían que tenían una familia tan grande, se lo han pasado genial, y están deseando repetir, hasta los adolescentes”.

Y como no podía ser de otra forma, roscos de Loja, tortas “Maritoñi” y magdalenas han viajado, una vez más, por toda la geografía costera mediterránea española en la vuelta. Ya se trabaja en una segunda quedada, y la familia Díaz volverá a encontrarse de nuevo solo por el mero placer de compartir unos días en familia. “Al final conseguiremos completar el puzzle con sus 37 piezas”.

Rubén Núñez

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