• Teresa T. Rodríguez
  • Opinión
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Si los expertos mediáticos hoy en día ya no pueden dar sentido a su trabajo, ¿qué es lo que cabe esperar del público? Lo decía Camus: “pensar no es unificar… pensar es aprender de nuevo a ver”.

Está claro que, con la política de Trump, el mundo está empezando a ver que un peligroso extravío se impone. No deja entrever ni un atisbo de lucidez, como tampoco da lugar a la tranquilidad. Si en las democracias de forma general vivimos plenamente en el tiempo de la “táctica”, la “publicidad” y la “propaganda”, lo que Trump aplica ahora al planeta ya no es solo su frivolidad, sino una hondísima anti-política subliminal, guiada por la decepción, la confusión y las fantasías, así como una escisión cada vez mayor entre el espíritu liberal de las Constituciones y su estructura personal abigarrada y reaccionaria.

El resultado de eso y las consecuencias que acarrea para todo el planeta lo ejemplifica muy bien la voladura del acuerdo mundial para la reducción de los gases invernadero. Con la firma de Trump se desvanece la transmisión de una voluntad política general que, aunque lenta, ha empezado a tener en cuenta las condiciones actuales y futuras de habitabilidad en la Tierra. Lo que se conoce en democracia como el mandato de los electores a nivel nacional, se torna para todos los países en un problema de incalculables consecuencias con Trump. Su mandato tiene aires de catástrofe. Estamos ante un auténtico irrealistas con un universo mental grandilocuentemente simplificado.

Prueba del disparate que conlleva es que, frente a sus variopintos mensajes, fundamentados permanentemente sobre esa ridícula vehemencia del “América first”, crece progresivamente una ingente oposición institucional y ciudadana ante sus continuos desvaríos. “Carbón limpio” sería el último. No cabe duda, EE. UU está bajo la sospecha de la doctrina de la insensatez y bajo el terrible augurio que Trump va a terminar por empeorar las cosas, no solo en su propio país. Su unilateralidad mental evidencia que no solo estamos ante las fantasías de un vencedor producto de la desesperanza. No es por su ideología, por su interesada negación del cambio climático, su poco respecto por las mujeres, los latinos o por los emigrantes en general, sino por su simplificación de la realidad por lo que su victoria representa, efectiva y potencialmente, un peligro para todos.

Cada vez más la complejidad del mundo actual evidencia que no solo es importante el modo de pensar sobre los peligros, no solo es importante contar con la capacidad de actuar frente a ellos, sobre todo, es esencial la comprensión de las interdependencias que, en estos momentos, albergan todos los acontecimientos, fenómenos y procesos. Precisamente es esa misma interdependencia del mundo lo que vuelve altamente peligrosos desde el infame terrorismo hasta las fantasiosas decisiones políticas que puede llegar a tomar Trump.

Teresa T. Rodríguez

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