No hay otra, si no delante

Ciudadano elector, no hay otra que escapar hacia adelante. Vivimos en medio -y sin pausa- de una campaña electoral infinita, desde que un 27 de enero nos convocara la Junta de Andalucía a la renovación de San Telmo, poco antes de que los próceres locales nos pidieran el voto dos meses después, para hacer el Pleno al quince de sus aspiraciones municipales. Por mayo, era por mayo de 2015.

Pasó nuestra piel de toro la calor sin tregua, ajena a la “pax romana”, violentada por unas elecciones catalanas vividas desde esta lejanía con la intensidad de un asunto propio en septiembre; y así, a bote pronto y sin respiro, llegar a un 20D de Generales para una misión imposible. Y en esas seguimos en mayo, que ya es por mayo de un año después, andando hacia el próximo 26 de junio electoral, dieciocho meses más tarde, y todo in extremis y agotando prórrogas y penaltis, con las medias bajas a pique del calambre.

Pareciéramos un país en huida permanente hacia adelante, de liana en liana en una España selvática y sin acomodo. Los más volcados en la “res pública” de campaña electoral en campaña electoral, de debate televisivo en tertulia radiofónica; los más jóvenes y futuribles de no hay trabajo en no hay trabajo, de contrato basura en diáspora migratoria; los linces de siempre, ibéricos y astutos, de oasis terrenal en paraíso fiscal panameño. Detrás de un salario casi siempre inadmisible los segundos, delante de un juez inoportuno algunos pocos de aquellos últimos, atentos a una voz que nos libre del coro de los grillos… la mayoría silenciosa.

Nos tienen cansados, o aburridos que no es igual, o cansados y aburridos casi seguro en medio de una sucesión de campañas electorales sinfín y en algo, bufas: en la impostura de las tretas, en la ausencia de vergüenza propia, en el ridículo del autobombo y la malicia en diferido. Y ni callan ni proponen. Y nos llaman y miramos. Y abren nuestras casas y se cuelan otra vez y nos hartamos de sus estratagemas de partido con tufo a sectario. Pero no hay otra, si no delante. 

No estoy seguro de poder soportar otra campaña electoral. Un mes y pico más, y no sé cuantos meses más de tejemaneje para la gobernabilidad de un país atónito y dejado a la deriva de su propia inercia, y así, hasta mas tarde del verano. Tácticos sibilinos, hoolligans de red social, sopa de letras, cuellos blancos de colmillo largo… ruido. Si algún candidato me preguntara le diría que el más listo será el que mejor sepa callar en medio del hartazgo. Quizá sea buena idea cerrar los ojos y los oídos a liderazgos y siglas de oportunidad para tirar del fondo de armario de las creencias personales más permanentes. Y ahora que siga la campaña, que ya voy yo luego, y voto.

Juan Alonso Sánchez