• Juan Alonso Sánchez
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Sobre la arena articulo opinion juan alonso

Digamos que la arena fue concebida para recibir la huella efímera y sin pecado original de nuestro paso por la orilla de las playas. La arena nos concilia con el sol y el sodio y la vitamina D y el buen circular de la sangre dentro del templo del cuerpo. La arena es el lugar a salvo donde ocultar el tesoro literario de las islas, en las que el tiempo se cuenta con partículas atrapadas en cápsulas de cristal. 

El uso de la arena en nuestra piel de toro, sin embargo, cada verano pierde la ingenuidad del paraíso terrenal que nos la concediera, para teñirse de no sé qué de lo atávico. Las arenas del Mediterráneo son sacrificiales y bestiarias, lo absorben todo desde la antigua Roma de los leones. Viertes una lágrima en ellas y desaparece en un cantar (Manolo Escobar dixit), vacías la sangre de un toro a borbotones, y se desvanece igual, con un pasodoble.

Como me dieron de mamar afición desde bien chico, adquirí la maestría de matar recibiendo antes de aterrizar, algo tarde, en la arena de los mansos. Me instruí en las reglas de la distancia y de los terrenos a las cinco en punto de la tarde, usé el lenguaje de las muletillas, me empapé en la estética de aquella masculinidad valerosamente trágica, y como no, confundí también la identidad colectiva de lo español con aquel particular acervo de imaginarios y tradiciones.   

Ya pasó, sin embargo. Como vivir es el arte de superar lo presente para acercarse a la práctica y la teórica de lo humano, pasa el tiempo y nos convierte en otros, quiero pensar que mejores. Ahora sé que mis padres no me reconocen (dicen). Sé que aquella capacidad para cosificar a un animal, hasta convertirlo en ficción insensible de mis fantasías, ya no se sostiene. No me compensa ahora la vivencia profunda ante una serie de naturales -que sigo apreciando-, si lo es a costa del uso y abuso de un ser inocente, que nada entiende. No si es a costa de no ver, se mire como se mire, que el lacre rojo que entierra la arena es también, y fundamentalmente, certificado de sufrimiento vivo.     

Tanto tiempo después vuelvo a ver con incomprensión que acaba de morir un torero (la misma incomprensión que me produce el canibalismo de ciertos animalistas vomitando ira por las redes sociales); y mansamente digo que no hay manifestación cultural, ni estética, ni mística, ni razón económica alguna que pueda justificarse en la angustia, la muerte y el dolor de un ser vivo que siente y que padece. Más aun, si el apetito del monstruo exige el desangramiento público y periódico de un ser humano como algo fatal y necesario. Pero no me haga caso, son las cosas del converso.

Juan Alonso Sánchez

Una Respuesta a “Sobre el uso de la arena”

  1. Beatriz

    Me parece una reflexión perfecta, educada y justa. Y vive y deja vivir , que el que quiera ir a los toros que vaya y los disfrute y el que no, que no vaya y no moleste ni insulte!. Y aquí Paz y después Gloria !.

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